sábado, 31 de enero de 2009

PLAYA

FOTO: Karin Hauser

martes, 27 de enero de 2009

MEMORIA BREVE


Aquí estamos, en primer plano: José Juan Cantúa, en el centro Julio Tánorí y a la izquierda un servidor.

El lugar es El pluma blanca, cantina que a traves ya de algunas décadas ha sido escenario de la cotidianidad de músicos, pintores, poetas y dos que tres putos y pirujas y demás habitants del cuadrante de la soledad hermosillense.

El tiempo es una agradable tarde de diciembre de 199 1. Una tertulia de tres amigos envueltos por una densa nube de humo de cigarros y el reincidente llenaar de vasos con cerveza helada en hielo. Hablábamos –de seguro- de la poesía, pero también de muchas otras cosas aguijoneadas por cábulas y dos que tres desmanes y desdenes y risas más altas que el continuo y altissimo trajine.

Esa fue de las úlitms veces –sino la última- que yo hablé y reí con Abigael Bohórqeuz. Yo me regresé al D.F. al final de ese diciembre y regresé a hermosillo diez años después. Abigael ya se había ido para siempre, dejando dejando detás de él una estela luninosa.

La foto la tomó Joel Verdugo.

lunes, 26 de enero de 2009

UN TEXTO DE Olavo Jurier


Hey Mario recibi tu email, y lo estuve leyendo hoy todo el dia. Muy bueno, necesario. Te agradesco mucho. Luego te mando detalles del gig en Bondi beach. Se trata del opening (de pintura) de un tal Miguel... (salvatrucha,) el sabado 7 de febero en Bondi Pavillion. Por cuestiones de trabajo, yo estoy llegando a las 5 o 6. Tocamos mas o menos a esa hora. Invite a la Koreanita: Eun Ha, asi espero la entretengas con tus poeticas maneras mientras tocamos. Creo, puedes invitar a tus amistades, en especial Karen. Cualquier otra informacion yo te aviso luego. Y ya para aburrirte completamente te mando una ultima cosa que escribi el ano pasado y solo revise ahora, a manera de completar.
Nos vemos mas al raton para las respectivas... Cheerrrrssss! Estoy bien pedernal.

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Nocturno
Olavo Jurier


Se puede advertir de las infinitas noches del insomnio lo denso de su paso, la dudosa vigilia de sus horas oscuras que dedicara a dormir si pudiera después de todo. Esta noche, si no fuera por esa manía de rascador que maliciosamente repite no se que celo, buscaría algún modo de acallar su inconforme terquedad con un golpe de mano. De igual manera acabaría con la complicidad de mosquitos, aullidos de perros, tremor de cometas, temblores de tierra, fantasmas disformes, y circulares vicios de la vergüenza.
Sospecho que esa monotonía obedece a otros ruidos no menos persistentes pero aburridos ejemplos de las discordias: sierra aserrando, serrucho cortando. O en la distancia: piedras rodando, motor encendido, aeroplano explanando – aunque inútil es volar, pues ¿donde aterrizar? Creo, además, que por si mismo no tiene intención de definirse mas bien de conseguir auxilio con su prolongación.
También sin confianza encuentro que el ronroneo del abejón zumbando, zumbando y zumbando, tenga que ver con el empecinado grillo ronco chirriando, chirriando, resonando.
Explicación sobre el avión, la sierra, las piedras, no hay. Como tampoco de las quejas, ahogos, carraspeos, respiraciones, jadeos, ruidos que quién sabe de que ondas, señales, o incumbencias salen.
Abrir los ojos inspirándose vago alrededor, sin color, como detrás de algo. En una oscuridad que apenas distingue continua luz ni fe. Entre ver e imaginar, calcular e inventar. A la vez me pregunto si alguien que por allí escondido, en el rincón donde el ruido se hace cada vez más fuerte, quiere de esa manera ser notado y deducido; cuando ya sabemos a que juego se somete, a que distancia pertenece, y a que sombra teme.
Desconozco el lugar donde estoy. Aparte, no se si gravito de pequeñez o sueño miniaturas. ¿Más, quién duerme con ese motor encendido, ese moscarrón monótono cruzando de lado a lado las paredes? Y para cuando haya examinado la habitación, la inexplicable sensación de perdido: volar llanos, cortar maderas, zumbar oídos, acarrear piedras, estaré sin duda en la mitad del desvanecimiento que ya es bastante si fuera agravar de incertidumbre.
Cierro los ojos estimulando facultades y membranas. Abrirlos a fin de juicios visionarios, de ambiciones discretamente reveladas; sometido al mismo empeño en que me he visto antes, detrás de algo. Detrás del frío que injustamente se ha colado como un malhechor. O de su calor de vengador que me precipita al abismo de algún continente. Me pregunto sin envidia de los que duermen en este momento ¿Que trato ocultan los fantasmas del retorno? ¿Quién no se envicia si es gratuita la demostración? ¿Sin encontrar fin a los cabos ni medios a la noche?
Espero – al amparo de un milagro – que su recurrente incomodidad llegue al cansancio, a la urgencia de dormir. No obstante, que alguien asierre, zumbe, funda motores, jale piedras, ronque; y escape todavía…



Sydney, Noviembre 2008.

martes, 20 de enero de 2009

La balada del Caballo Loco


Mario Licón Cabrera

Las cosas –la vida- cambian
De tanto en tanto.
En el portal de ‘La Vencedora’
El vacío es una sombra
Pisoteada por ecos.

Un día, de pronto
Nadie habla más
De Hendrix-Marley-Morrison
Como se habla de los viejos amigos.

De una noche a la fecha
Ya nadie lanza aullidos ginsbergianos
Por los callejones tepoztecos,
“I saw the best minds of my generation
getting down…”

De unas ‘vickis’ a un ‘machoprieto’
Nadie se arrastra más por el cielo
Con esa mueca de ángel sucio
“Quien esté culpa de piedra que libre
su primera lance…”

“Like a rolling stone-the answer my fiend-I’ve
got no problems…”

De un tiempo a éste
Ya nadie irrumpe en la mentida armonía
De La Luna-Mextrli.
Ya nadie irrumpe vocifernte, haciendo pública
Su miseria

“La muerte agradecia del suicidado de la sociedad”.
Viejo amigo chiricahua:
El rumor es como la peste.

Para Raúl Saavedra
Tepoztlán / 1989
Este poema cumple éste año su veinte aniversario y 19 de haber sido publicado. Es parte de la plaquette NOSTOS EN EL UMBRAL, publicada por PRAXIS/DOSFILOS y la Universidad de Zacaatecas. Lo escribí en Tepoztán, Morelos un día después de que mí amigo de parrandas largas y otras correrías, Raúl Saavedra me llamó desde Hermosilo, Sonora para darme la nada agradable notícia de que nuestro querido amigocho Eduardo “el lalín” Romero había fallecido y lo estaban 'cafeséando' en tal funeraria. Yo no le dije al Caballo que, por otro lado, algunas ‘lenguas manchadas’ andaban pregonando que él, Raúl, había muerto hacía unos días en el norte a causa del Sida. El rumor se había propagado por el pueblo y muchos lo daban por hecho. Raúl murió un par –o dos- de años después, en el norte y no de muerte natural, pero ese es otro Corrido.
Ahora -en sus veinte- dedico esta balada a queridas ausentes Jose-Fá Rojas y Pina saucedo, que fueron amigas y algo más del caballero.

jueves, 15 de enero de 2009

ENTREVISTA



Rodolfo “Chofo” Castañeda: Viejo, ¿y qué mierdas es la poesía?

Yo: Ja ja ja, que buena pregunta, "Chofirolo". Te aconsejo que se lo preguntés a Juan Gelman o a sí a Nicanor Parra…tampoco ellos lo saben,pero, sí, claro, te responderán de una manera mucho más adelantada….

miércoles, 14 de enero de 2009

PECES



El pez erizo-bastón y el pez cabeza-de-flor
disecándose sobre el seco pasto al furioso filo
del sol de mediodía a mediados de un enero
que apenas camina a lo ancho-corto-largo de Charles
Street en Marrickville (no tan lejos no tan cerca
del mar ahí donde la vida-víbora-vidalita es maás sabrosona).


Foto. M.L.C.

lunes, 12 de enero de 2009

MEMORIA BREVE

Recuerdo de Alcira.

No recuerdo el apellido de Alcira, tal vez haya sido Lacouture, como se apellida Auxilio, la protagonista de Amuleto, novella de Roberto Bolaño, en la cual Alcira es el modelo del personaje (aunque no lo mencionaa Gustavo Ogario en su ensayo basado en esta novela, tampoco sé sí Bolaño lo mencionó alguna vez).

Lo que si recuerdo bien es que a nuestra llegada de Berkeley al D.F. una noche de enero del recién estrenado 1980, Murielle y yo fuimos a visitar a Eric –también de origen belga-, un totografo amigo
de nosotros dos. En la casa de Eric, que vivía en la Colonia del Valle, estaba viviendo “temporalmente” Alcira.

Alcira era uruguaya y poeta. Adoraba hasta el hartazgo a su coterraneo Isidore Ducase Conde de Lautreamont y –por supusto- a Arturito (así lo llamaba ella) Rimbaud. Alcira –vino tinto en mano- recitaba versos de los malditos seminales, del primero en español y del Segundo en un francés bastante acceptable, de acuerdo con Murelle y con Eric.

Alcira era alta y delgada, de pelo castaño claro y piel blanca. Del color de sus ojos no me acuerdo, pero si recuerdo que tenía una vitalidad apabullante y un humor mezcla de negro con azul. Melancólica y valiente. Ella misma nos contó que se había pasado no recordaba ella misma cuantos días en un baño de la UNAM durante la ocupación militar del ’68. No quería que la sacaran los milicos de la universidad, quería salir ella sola, por su propio pie, pero la encontraron y la sacaron, como a todos los demas estudiantes y maestros y trabajadores solidariois.

Alcira también pintaba, hacia cartteles con sus propios poemas o poemas de sus adorados enfant terribles. También sufría de alguna depresion profunda, o algún disturbio mental, porque un día me la encontré en C.U. y al saludarnos ella río y dejó ver su dentadura casi vacía: “…es por los electro-shocks de mierda…”, me dijo y se fue riendo. ¿O,se fué lloraba?

Mucho tiempo después –siempre en C.U. volví a ver a Alcira, pero esta vez de lejos. Era un diciembre de finales de los ochentas, yo vendía mis morrales, chalecos, billteras y cintos de cuero junto a una pila de otros artesanos que llenabamos los pasillos exteriors d la falcultad de Folosofía y Letras. Fue mi difunto amigo Sergio Zazueta alias “el pelo chino” quien me señaló hacia un punto a través del cerco. En el amplio patio trasero de la facultad habían montado un gran número de mesas, manteles blancos, vinos, viandas, flores, regales. Se trataba de un agape de fin de año para administrativos y profesores de la misma facultad. Despacio, moviéndose y canturreando de mesa en mesa Alcira jalaba los manteles y todo se iba al carajo. Todo echo añicos y mierda en el pasto húmedo, bajo un cielo gris, como en alguna película de Andrei Wajda.

Nunca más supe algo de Alcira. Tampoco sé si está viva.

jueves, 1 de enero de 2009

A Lefteris Poulios

Lefteris Poulios: si tú
Aparte de transitar tus calles-pulpos
Brillantes en la oscuridad
de tu/nuestro tiempo, si
Aparte de haberte cercenado los dedos
De tu mano izquierda a punta de mordizcos
De piedra rabiosamente empuãda
Por tu/el/dolor de vivir en calles
sordidamente ocupadas por un silencio
de voces distantes; si
Aparte de cruzar y entrar y salir y volver
De nuevo a distintos siquiáticos, si
A pesar de eso y todo lo que todavía pesa
En tu corazón sigues queriendo estar vivo, yo,
Lefteris Poulios, yo te digo
Yo te sigo como un hermano/maestro, yo
Caminaré estas calles de Marrickville que dan miedo
de tan harta y devastadora soledad llena
de gorriones y cacatúas y pericos
cantándole a tanta y tan soleada soledad.