viernes, 4 de enero de 2008

De Ternuras y Desastres



Mario Licón Cabrera

“Toda mi vida he sido anticapitalista, odio el capitalismo”
John Berger

Miras la foto de esas mujeres del grupo Las Abejas entre las velas encendidas y lées que celebran diez años de la navidad más triste del mundo. Están en los altos de la Sierra de Chiapss recordando la ominosa masacre de 45 indigenas en Acteal el 22 de Diciembre de 1997: muchos de los masacrados eran infantes y mujeres, algunas de ellas preñadas --atravesadas vilmente por bayonetas defensoras de la sanguinaria y retrograda oficialidad mexicana en aquellos años ejercida impunemente por el presidente en turno Ernesto Zedillo.

Miras la foto y te enterneces y caes en un mar de amargura y pesimismo y te preguntas: será algún día enjuiciado Zedillo y removido de su catedra sobre globalización que ejerce en la Univerdad de Yale?

Miras la foto y lées que un centenar de campesinos mexicanos reciben el año 2008 sobre el puente fronterizo entre Ciudad Juárez y El Paso Texas para protestar en contra del TLCAN.
Quieren detener la masiva importación de maíz y frijol y leche en polvo. Quieren ser ellos los productores de estos alimentos básicos y quieren --si ésto es possible todavía—aminorar el éxodo de campesinos a los Estaidos Unidos y ayudar a recuperar un tanto de la desmedrada economía mexicana a la hora del desastre de las más intolerablese privatizaciones.

Miras y lées y sabes que están en lo jsuto al protestar y no dejas de enternecerte,
pero tampoco de ser llevado por una ola de odio lacerante.

Miras en la foto a una mujer que llora frente a las ruinas de una iglesiarecientemente incendíada. La mujer es de la tribu Kikuyu, sobreviente, junto con dos de sus hijos,de la pira en que fuera convertida la iglesia donde se guarecian y rezabanpor el cese de la violencia surgida a raíz del reciente fraude elcctoral en Kenya. La mujer se llama Grace Githuthwa –según Xan Rice, reportero de The Guardian- y regresó a los rescoldos de la iglesia con la esperanza de encontrar viva a su hija Miriam de tresaños y medio de edad.
"Yo empujé a mis dos hijos mayores por una ventana en llamas y luego salté con mi hija en los brazos, afuera esperaban jóvenes de la tribu Kalenjin macheteándo gente como si fueran leña, un Kalenjin me arrebató a mi hija y la arrojo adento del fuego…"

En el interior de las ruinas de la iglesia la Cruz Roja ha allineado 12 cadáveres, todos calcinados, irreconocibles. Todos, menos uno, infantes. Grace solloza y aula dolorosamente, sabe que su hija es uno de ellos.

Te enterneces --y dudas, al leér, lo que un joven Kalenjin dice: " no es nuestra costumbe maatar niños ni mujeres, pero estaban armadoscon machetes y no rezaban…". Poco importa, además, esas criaturas ya están muertos, y de seguro seguirán más, mantras las tensiiones de la oposición enrte Raila Odinga y el re-electo presidente Mwai Kibaki no se resuelva satisfactoriamente.

Miras la foto recién llegaqda de tus nietos tomada en las montañas de Tepoztlan: Gael, Nicolás y Bruno y piensas y sabes que ellos muy poco o nada soben todavía de las guerras derivadas del capitalismo, del neo-imperialismo y de la globalización. Los miras y te enternece tanta dulzura y tanta tierna inocencia; pero sabes que el tiempo pasa rápido y pronto sabran que han nacido en un mundo raro, en un mudno donde reina e mipera la impunidad y la miseria y el desprecio a 'Los de Abajo'.

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