miércoles, 31 de octubre de 2007

El Luiggi Longo


Mario Licón Cabrera

17/10/07

Es un día frío y grís.
Aunque el calendário diga
que acá – de éste lado del mundo
sea primavera.

El viento arrastra la hojarasca
de un lado a otro del patio. Es un viento
rasposo y seco y desde hace horas ya
que me tiene pensando en la muerte.

Además, desde ayer
he estado acariciando fríos cráneos
de yeso y de papel maché. Los saco al sol
para que sequen y estén listos
para la ofrenda que unos amigos y yo
erigiremos para todos ustedes.

Son tantos los muertos que llevamos
entre el corazón y la espalda -- solo yo
tengo más de una veintena –.
siendo tú el más reciente de ellos.

12/06/03

Nunca me pasó por la cabeza
que al despedirnos esa tarde de Juniio
nos abrazabamos por última vez.

Esa tarde – sin saberlo,
tú –il mio caro Luiggi Longo-- y yo
estábamos enterrando – en el corazón
y en la tierra un puñado de momnetos
compartidos junto al trago y la risotada
entre la constante añoranza
tuya port nuestro pueblo
y mis borrosas quimeras nómadas por una tierra
que nunca he tenido y tal vez nunca la tenga.

Nunca pensé que esa tarde de juniio
yo estaba dejando atrás y para siempre:
–tu inconfundible y requerida irónica risa—
tu negro humor y tus largas historias de peliculéscas aventuras.
Siempre con una mujer a la mano.
Siempre con la muerte pisándote los talons.
Siempre con la generosidad en la mano.
Sempre de visita con tus queridos muertos.

04/11/05

Temparano por la mañana el teléfono timbró,
era la gorda Martiza que me avisaba
que habías sufrido un derrame cerebral, que
estabas inconciente y no con muchas esperanzas
de recuperación.

Me senté a tomar café en la mesa del jardíín.
La mañana tenia una leve niebla azulosa.
Veía – como si fera por primera vez—la alta
montaña del Tepozteco y me parecía extraña y
lejana. Tan lejana como las montañs de Sonora y
Chihuahua. Sierras que tú recorriste
siendo muy joven, y mucho antes que nosotros.

Me parecía escuchar el eco de tu risa entre
los ladridos y el canto de los gallos y corridos
gruperos a todo volúmen. Los tepoztecos
adoran esa música que a tí tanot te gustaba.

Recordaba cuando ya bien enttada la noche
llegabs con tus grupos norteños y
en plena calle Zaragoza sentabas el barríl y le dabas
al bailongo junto al tololoche el acordeón y la redoba.
Los vecinos gozaban verte tan contento, tan
honestamente dado al trago y a la fiesta.

10/11/05

Ya de regreso en Sydney
recibo un correo del sobrino Carlos
donde me reprocha diciendo:
‘ Querido cabrón, no sabía que también
eras ciego del corazón…’.

La verdad que no tenía tiempo ni dinero y
tampoco a quién pedirle prestado par a ir
y pagrte una visita.
Aunque ya no pudieras reir, ni siquiera
contestar a un saludo de mano.

.../11/06

No recuerdo con presición el día
que en un correo una amiga
me hace llegar sus condolencias:
‘…lo siento por la muerte
de tu hermano Luis…’

Un año entero pasó sin que tú
volvieras a decir palabra ni abrir
tus ‘ojos de diablo’ como, a risas,
los describía nuestra madre.
Un año entero postrado, en silecio
jugándote la última carta con la muerte.
Hasta que ya no pudiste más
y en silenciio te diste. En silencio
te fuiste carissimo Luiggi Longo.

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